jueves, 30 de abril de 2009

Parece que tocamos el miércoles 6 de mayo

Pues eso, que el 6 de Mayo Javier Colis y las Malas Lenguas presentamos nuevo disco en el Sol. Es a las 22.30 y cuesta 10 euros. Mi participación musical en el grupo es escasa. Toco el theremín en un par de temas, en plan "guest star" pero sí participo en la letras. Unas son únicamente de Colis, otras a medias y otras más mías.
Pero, como queda mal que yo diga nada y por eso jamás escribo sobre Colis, aquí pego cosas que dicen otros. Yo, lo recomiendo, sin más comentario.

Las aproximación de Javier Colis al rock como género solo cabe definirse como brutal. En expresividad, en sus objetivos y en su fórmula. Otra nube es la deconstrucción de un género, una remodelación del blues y el rock primitivo, una gesta personal de gran valor. No busquéis una formula sencilla en el nuevo trabajo de Colis, no tratéis de encontrar comodidad sonora, pues aunque la propuesta es orgánica el planteamiento resulta extremo en el sentido de que, aun cuando se hace acompañar de la mínima instrumentación, la voz del músico remueve un caldo creativo de gran peso histórico. Las raíces del rock y del blues dictan cada una de las notas que contiene, con Colis a modo de filtro, apoyado por una banda competente que parece seguir sin problemas las directrices de su líder. La influencia de Tom Waits es clara, la voz de Javier, así como sus inflexiones y modos, es deudora del americano, aunque al contar con el castellano como vehículo lingüístico gana en una originalidad de la que no disfrutaría en territorio anglosajón. No se trata de un trabajo fácil de asimilar, aunque bien merece la pena el intento. Profundizar en él no deja de ser interesante, pues se trata de un disco ciertamente vanguardista en su manera de reciclar la tradición sin complejos.JUAN JOSÉ ORDÁS FERNÁNDEZ. En Efeeme

Lo del Rock de Luxe, Metrópoli, Público, etc aquí:
http://www.latrinchera.info/pdf/otra_nube_prensa_baja.pdf

sábado, 11 de abril de 2009

Control y la trastienda doméstica del rock

Sí, en efecto, soy una fanática de Joy Division y voy a dar bastante la lata sobre Control, esa película que estoy deseando ver cuánto ha recaudado en el primer fin de semana porque, como sea mucho, me alegraré de vivir en un país mejor del que pensaba y si es muy poco, corroboraré esa sensación de que conozco al menos al 80% de las personas que han ido a verla, lo cual demuestra mi impresión de que vivo en un micromundo paralelo donde mis intereses los comparten alrededor de 1000 personas, no más, en todo el país. Veremos, la recaudación de Control va a ser la prueba del algodón.
Después de esta primera disquisición, una segunda. En el post anterior (que borraría pero dejo especialmente por el comentario de Jazznoize) me planteaba la posibilidad de que New Order y Curtis fueran unos hooligans y comentaba que si así era, me daba un poco igual. Pues bien, si nos basamos en Control, la impresión es simplemente que son unos chavales de alrededor de 20 años, de clase trabajadora, a los que el éxito les llega de repente y, desde luego, no me parece que salgan mal parados en la película. Hacen lo que cualquier chaval en pleno éxito y cierta inconsciencia juvenil haría: no darle importancia a la enfermedad de su amigo (que él, por otra parte, intenta disimular y a la que tampoco da mucha trascendencia) y disfrutar del momento.
En tercer lugar, una pequeña crítica a una película sublime, con una fotografía sencillamente genial y un planteamiento y un casting perfectos. Control se basa en el libro de Debbie Curtis, la viuda oficial de Ian. Así que hay algunos elementos que, en mi opinión, son partidistas. El hecho de que el punto de vista del filme sea el de la relación entre ambos, me parece original y perfecto, pero creo que Corbijn se ha dejado llevar por esa revancha de Debbie que enturbia un par de pasajes. Su visión es la de la chica de Manchester tradicional, que se casa con un chico guapo y sensible que cita a Wordsworth y que lo que quiere es un hombre que la cuide, que la proteja, que vaya a su trabajo, que salga de vez en cuando al pub y que vaya los sábados a alguna fiesta. Nada en contra de ello, perfectamente respetable, pero igual que Ian se da cuenta rápidamente de que su matrimonio ha sido un error, ella debería haberse percatado que el Ian estrella de rock no es el hombre que ella quiere. En cualquier caso, ella también era joven y es lógico que no tuviera una reflexión tan madura. Pero su resentimiento se nota en su libro, por supuesto, y en la película y eso llega a molestar. El ejemplo más significativo, en mi opinión, es cuando se destaca una voz en off en la que Ian explica que a él esa fama de Joy Division no le interesa, que aquello le estaba sobrepasando, que estaba obligado por el resto de la banda y que, prácticamente, hacía lo del grupo por diversión. No sé si eso sale de algo que había escrito Curtis, pero incluso si es así (todos escribimos, en momentos de desesperación, cosas que no pensamos) me parece erróneo que se destaque y se quiera dar esa impresión. Si nos ceñimos a la película, es evidente que la ambición artística de Curtis es desmedida.
Quiere ser como Lou Reed o Iggy Pop, se molesta profundamente (mientras el resto del grupo está tan contento) porque Tony Wilson, el gran Tony Wilson, simplemente enseña la portada de su single y no pone su disco en la tele; invierte todos sus ahorros familiares en la grabación del primer disco; deja su trabajo… En fin, que no cuela, que aunque Debbie nos quiera hacer creer que Ian fue arrastrado por las circunstancias y que lo que quería era tener un grupillo de domingueros y quedarse con ella, en Manchester, pues no, Ian quería/tenía que ser una estrella. Otro asunto, claro, es el personaje de la amante, la nueva. Un proceso que ya es un tópico a lo largo de la historia del rock y del que los Beatles tienen sobrada experiencia. La novia de adolescencia que se casó con un chico que empezaba no entiende las giras, las ausencias, las rarezas y la dedicación de ese chico normal que, de repente, se convierte en lo quería ser: artista. Así que llega una chica que sí comprende y comparte todo aquello, que tiene más que ver con el asunto y es una buena compañera para esa nueva etapa. Es difícil de aceptar y la prueba está en el libro de Debbie Curtis y en el de Cynthia Lennon (si tan horrible fue ¿porqué mantiene el apellido?) la primera mujer de Lennon, dos tomos que cuentan lo mismo y dos mujeres que miles de años después siguen resentidas e intentando inculcar al mundo esa impresión de que ellos les debian todo (incluso su éxito), un concepto que tan bien supo inocular Debbie a Ian, tanto que, en fin, no es difícil adivinar que la culpabilidad por no llevar una vida “normal”, recta, fue el motivo esencial (no el único, pero sí el principal) que le llevó a ponerse la soga al cuello a Curtis. Anika es la Yoko Ono de Joy Division. Una buena compañera de viaje para un hombre así, tan buena como lo fue Linda McCartney para Paul o Barbara Bach para Ringo pero, claro, de Anika sabemos poco en la película, poco más que está muy buena, que es “como francesa” (algo contra lo que una mujer no puede luchar, la “francesidad” es una cualidad imbatible) y una pija que, según ponen en boca de Curtis (ay, esa influencia de Debbie) no le permite abandonarla, como si hubiera hecho algún sortilegio o fuera una pérfida pécora que le tenía retenido con sus malas artes francesas.
Una de las escenas que más me gusta de Control es cuando Ian llega a casa después de una gira. En el fondo es lo que cuenta en Isolation. La gira es el parque de atracciones, Shangrilá, Oz… o más bien el País de Nunca Jamás, un territorio donde no hay responsabilidades, donde el road manager se ocupa de pagar el hotel, de recogerte, llevarte, contactar con los dealers, seleccionar a las grouppies… el paréntesis de la eterna adolescencia. Llegar a casa, donde te espera una mujer malhumorada porque no tiene un duro, una niña llorando y unos platos por fregar no es el mejor aterrizaje. Es injusto, pero es humano. Esa fase, del grupo que aún no es muy muy famoso (porque en ese caso, no hay problema, llega a una mansión con servicio) y vuelve a la realidad del hogar es algo que siempre me ha intrigado. Cuando entrevisté a Jagger, le pregunté por aquello. Por cómo era volver a casa (cuando aún no era Dios, pero tenía bastante éxito) después de una gira y lo reconoció, dijo que era lo más duro que había del rock. Tener que sacar la basura (y saber que si no lo haces, te va a caer la bronca) después de que todo el mundo te ha estado diciendo que eres el mejor del mundo. Ese es el enfoque en esta película se ha perdido, por algo lógico, es normal que Debbie no quisiera que ese fuera el “testamento” de “su” hombre, pero ahí tenemos Isolation, en mi opinión, la canción que es la clave de la historia de Ian Curtis y también de la trastienda doméstica del rock.

La Letra
In fear every day,m every evening,
he calls her aloud from above,
carefully watched for a reason,
painstaking devotion and love,
surrendered to self preservation,
from others who care for themselves.
A blindness that touches perfection,
but hurts just like anything else.
Isolation, isolation, isolation.
Mother i tried please believe me,
i'm doing the best that i can.
i'm ashamed of the things i've been put through,
i'm ashamed of the person i am.
Isolation, isolation, isolation.
But if you could just see the beauty,
these things i could never describe,
these pleasures a wayward distraction,
this is my one lucky prize.
Isolation, isolation, isolation, isolation, isolation.

jueves, 9 de abril de 2009

¿Era Ian Curtis un hooligan?


Euforia absoluta, casi primaveral, por el estreno de Control. Por fin podré verla en pantalla grande, lo cual es esencial, teniendo en cuenta que el autor es Anton Corbijn, el mejor cronista visual del afterpunk y el hombre indicado (precisamente porque no es la alegría de la huerta) para hacer esta película. El estreno de Control y algo de lo que se desprende de los artículos que se han publicado en El País, me hacen reflexionar sobre dos asuntos. Por una parte, lo increíble... bueno, mejor dicho, lo lamentablemente creíble que resulta que se haya estrenado con dos años de retraso en nuestro país. Una muestra más del poco caso que se le hace al pop y al rock y lo que queda para que la cultura pop se considere cultura, como la otra, la oficial.
Por otra parte, el asunto de que Peter Hook y el resto de New Order sean unos patanes, como afirma Manrique en un artículo que suscribo totalmente, excepto en ese matiz... quiero decir, no es que piense que no sean unos patanes, no, sino que ello no les anula como embajadores de lo cool, entre otras cosas, porque entonces la cantera de Manchester (en mi opinión una de las más fértiles de la historia del pop) quería invalidada en su totalidad.

En fin. La primera entrevista que hice en mi vida fue precisamente a New Order (a los 17 años) y sí, yo que soy de Torremolinos y sé lo que es un hooligan inglés, los reconocí al instante. Además, precisamente el año pasado pasé muchas horas con uno de sus teloneros, el rey del spoken word, John Cooper Clarke, y sí, también, pese a su look y a su pelo cardado, llevaba a un fanático cervecero, fan del Manchester United debajo de sus pantalones de pitillo. Y, vamos, no hay más que ver el proyecto en solitario de Hook, Revenge, con esa portada de la chica escotada subida a la moto, para saber que las grandes preocupaciones de Hook son tres: la cerveza, el fútbol y las glándulas mamarias de un tamaño considerable. Y él, además, está orgulloso de ello; en las entrevistas no se preocupaba en disimularlo (especialmente lo su pasión por las glándulas mamarias de tamaño considerable, doy fe). ¿Y qué? ¿por eso es peor Blue Monday, por poner un ejemplo? Recordemos que Blue Monday llegó al éxito gracias a España y por una razón más física que intelectual. Tony Wilson llamó alarmado a Mario Pacheco preguntándole qué pasaba en nuestro país porque el maxi de Blue Monday se vendía como rosquillas. Pacheco le tuvo que explicar que se había convertido en el gran éxito de las discotecas de Ibiza y que todos los Hooligans que iban allí (muchos de ellos de Manchester) estaban entusiasmados con el disco. Al volver a su país, convirtieron la canción en número uno.
Hombre, el caso de los New Order no es aislado. En 24 Hours Party People, una película esencial, se explica cómo eran Happy Mondays (a los que también entrevisté y todo ese rollito moderniqui, tipo pre-festival de Benicassim, se iba al traste viéndoles a ellos y al padre de Bezz, que era su manager, y parecía un secundario de película de Ken Loach). Sí, la mayoría de los chicos de Factory eran unos patanes. No eran los tipos cool de 4AD o de Creation, no. Si quitamos a Vini Reilly y alguno más, en general, el futbol y no los simbolistas era su pasión (aunque una cosa no esté reñida con la otra, pero no era el caso). Y, en fin, y mira que idolatro a Ian Curtis y Love will Tear us Apart o She’s lost Control son unas de mis 10 canciones favoritas, pero no tengo claro que fuera precisamente un tipo trendy, cool y todo eso, pero, sinceramente, me da un poco igual. Los ídolos están para eso, para proyectar en ellos y en su obra lo que a una le da la gana y si a Ian le gustaba más las beans con salchichas que el caviar de Beluga, pues bueno, no voy a pensar mucho en ello.